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nº 12 Agosto 1993
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nº 12 Agosto 1993

Entrevista: Un Rato con Manu

En esa ladera que da resguardo a nuestro vecino pueblo de Cañizar, se puede observar desde Hita una mancha blanca en medio del matorral. Es el refugio que ese hombretón vasco, Manu Leguineche, ha elegido según el mismo nos confiesa como descanso del guerrero.
Seguramente es una osadía tratar de describir sus casi cien Kg. de humanidad, pero en él, de inmediato descubrimos su tremenda sencillez. Su apego al campo, a la aldea, a las gentes sencillas -él nació en un caserío en Vizcaya- se le nota. Aquí, con sus amigos de Cañizar y Torija, ha encontrado la paz y la tranquilidad, lejos ya del campo de batalla, donde seguir escribiendo y donde ha escrito algunos de sus veintitantos libros.
Nos resulta imposible narraos una grabación de casi dos horas. Como mejor hemos sabido, resumimos esa grabación. El y vosotros, lectores, sabréis entenderlo.


LA TROJE : ¿Manu, se acostumbra una persona al fragor de los disparos?

MANU LEGUINECHE : Los primeros muertos te causan una impresión fuerte, pero con el paso del tiempo, los tiros parecen como si formaran parte del paisaje y los muertos se convierten casi en subproducto de la guerra ¿no? (...) Me parece que lo que es fundamental es la capacidad de resistencia ante el peligro y esas cosas que salen en las películas (...) acercándote lo más posible, eso sí, al peligro, aunque yo creo que un reportaje no merece la pena perder la vida por él.

L.T. : ¿Que domina más en una guerra : la crueldad o matar para que no te maten?

M.L. : (...) La defensa propia yo creo que ha hecho muchos héroes a lo largo de la historia (...) La primera enseñanza es que tienes que matar antes de que te maten, de modo que yo he conocido pocas guerras en las cuales se vea la capacidad de perdón. Eso prácticamente no existe, sino que además, en las guerras olvidamos quienes son los protagonistas (...) Hay poco ángulo para el heroísmo en una guerra, aunque yo creo que descubre lo mejor y lo peor que tiene el hombre. (Nos pone como ejemplo «esa desgraciada guerra de Yugoslavia») (...) Esas madres que salvan a sus hijos, esos héroes de las ayudas humanitarias que se juegan el tipo para salvar personas y ayudarlas a superar esos trances ¿no? Ahí es donde descubres la crueldad por un lado, descubres el miedo, descubres la generosidad (...)

L.T. : Cuéntanos las anécdotas más agradables y más desagradables de tu aventura profesional.

M.L. : Lo último que has vivido es lo que naturalmente por su proximidad lo tienes más cerca de la memoria (...) Empecé a viajar prácticamente en la guerra de Argelia. He estado, pues te puedes imaginar, en mil revoluciones, golpes de estado, guerras y resumir todo eso, que quieres que te diga, lo he publicado en veintidós libros como te he dicho (...) Quizá me tenga que remitir a lo que he vivido recientemente (...) que es Yugoslavia (...) un asunto verdaderamente increíble, aquí al lado, un conflicto que ha saturado las mentes y ha espantado a la opinión pública (...) y ese final de la historia, que se dijo que iba a ser ya, este final de siglo, el final de la historia donde ya no ocurriría nada, donde se decía que el capitalismo ya había derrotado al marxismo, esas simplificaciones han demostrado que no sirven para nada. Ahí tienes ahora que prácticamente las guerras han aumentado más que después de la II Guerra Mundial (...) Y luego, hombre, en la parte buena evidentemente, si no hubiera partes buenas pues no nos quejaríamos (...) Ahora mismo he ido a Rusia, al Referéndum (...) Muchas veces los periodistas no tenemos tiempo, nada más que contar aquello que es más importante, pero a mí me gusta siempre ir más allá y en este caso me dije : «bueno, voy a ir a Moscú con unos amigos míos» y les dije : «oye, buscarme un viaje en barco por el Volga». Nunca será ya lo que fue mi juventud (...) Os diré también que al cabo de seis viajes a Yugoslavia vengo en un estado, pues, preocupado, no sabiendo como aceptar todo eso que has visto (...) No me encontraba a la gente con la que estaba. ¿Dónde está Yanko? Pues no está. Lo mataron de un tiro en un campo de prisioneros. ¿Y su mujer? No sabemos nada de ella (...) Y esas imágenes que uno creía ya desterradas de la historia como son las secuelas de la Guerra Civil, los campos de refugiados que vemos en las películas de la II Guerra Mundial, pues todo eso te lo encuentras allí. Y en la parte lúdica, buena, este regreso (...) Yo he vuelto a Vietnam, hará casi dos meses y medio, Camboya, he redescubierto un país, Birmania (...) Descubres la nostalgia. Los amigos han desaparecido. No es que hayan muerto, cambian los escenarios (...) Yo daría por bien empleado el final de mi carrera como corresponsal de guerra, pero pienso que no hay nada que hacer, no soy nada optimista. Me gustaría ir a un tipo de trabajo donde el hombre sea el eje, el protagonista de la historia más que volver a los escenarios de la guerra. (Seguidamente nos cuenta como una de sus mejores experiencias, una bella historia de un combatiente español, primero en nuestra guerra y después en Europa para después de la II Guerra Mundial irse a la selva amazónica y casarse allí con una india. Si el espacio de nuestra revista lo permite, lo publicaremos en un artículo aparte.)

L.T. : ¿Qué es para tí el mus? ¿Apuestas tantos a la osadía?

M.L. : Yo publiqué un libro sobre el mus, que es el origen de este campeonato, (campeonato de mus de Cañizar) y se llamó «La ley del mus» y fue un encargo que me hicieron. Yo no soy el mejor jugador del mundo aunque cada uno lo piensa para adentro (...) Este juego es un poquito de audacia efectivamente y un poquito de chuletería (...) Pero creo que el mus es un juego que permite conocer cabalmente como es cada uno. Es decir, se nota al echado para adelante enseguida, al cauto por su cautela, al audaz por su audacia, al astuto por su astucia. Reúne las condiciones necesarias para llegar a hacer una cala psicológica a cada uno de los que juegan al mus (...)

L.T. : ¿Qué hace un chico como tú en un lugar como éste ?

M.L. : Pues es donde quiero estar. Habría que volver del revés esa pregunta : ¿Qué hace un chico como tú en otro sitio que no sea éste ? ¿ no? Toda mi vida, desde los 18 años que empecé a viajar por el mundo, siempre ha habido como una búsqueda de ese regreso a las fuentes (...) el dibujo que hacía siempre, que era de trazo sencillo, donde se veía una cosa muy simple, un sendero, un par de árboles y un perro ladrando en la puerta (...) Hubo tiempos en los que pensé quedarme en América o en Asia donde viví mucho tiempo y siempre pensaba que tendría que buscarme un sitio en la selva, en el campo, en el monte y finalmente pude, vi un anuncio en el periódico y era esta casa (...) No imaginé que iba a ser un sitio tan ideal (...) del cual espero no salir nunca (...) Estoy rodeado de árboles, de un poco de vegetación (...) y aquí es donde, cuando llega el verano sobretodo, pues me encierro a escribir (...) Y nosotros los reporteros, corresponsales de guerra, es curioso y paradójico, son gente que es bastante sedentaria, o sea, que después de una explosión vital, de una visión de la guerra, de un momento de dureza, siempre hay un regreso a las fuentes, a la necesidad de un sitio como reposo del guerrero. O sea, por eso es por lo que estoy aquí.

L.T. : ¿Cómo definirías a Juan Ruiz? Como un hombre dominado por los placeres terrenales, como un alma espiritual adelantada a su tiempo o como un chalado gracioso.

M.L. : Hombre, no creo que esto último sea cierto, aunque puede parecer. Pero creo que las dos primeras definiciones responden bien a su personalidad. Yo creo que efectivamente fue un hombre que predica en un periodo que parece que todo conduce a la ábcesis y a la austeridad y a la sobriedad de costumbres (...) Es una exaltación a la vida, lo que ocurre es que siendo un Arcipreste y en ese periodo, pues evidentemente, sus palabras y sus poemas y su visión del mundo suena a algo herético, pero ciertamente responde a un espíritu que se adapta a su tiempo pensando que ya que la vida es corta, pues lo mejor es pasarla bien.

L.T. : Últimamente, el Pueblo de Hita está integrándose y colaborando con el Festival Medieval. Este año nos hemos vestido de época unas doscientas personas. Te invitamos al año que viene, por supuesto vestido de época. ¿Qué nos contestas?

M.L : Pues yo os agradezco la invitación y si me pedís algún artículo o alguna cosa yo os escribiré un artículo con mucho gusto y si me pedís algún consejo también (...) Estoy un poco preocupado desde mi llegada aquí a la Alcarria y visto que hay tan buena gente y todos son amigos míos, porque me reclaman para diversas cosas, pregones, etc. Yo soy una persona, como vasco, más bien tímida y con demasiado sentido del ridículo, de tal modo que últimamente no voy a dar conferencias, no voy a las universidades de verano, prácticamente he dejado de salir en TV y mi mejor disposición de ánimo es pasar inadvertido (...) pues al final no quiero convertirme en una pequeña celebridad. Pero no es por eso, es que nunca lo he hecho y con mi sentido del ridículo creo que no lo pasaría bien. Pero desde luego estaré allí, aunque no sea vestido de (...) para eso mandaremos a nuestro amigo Josito de Torija que le gusta mucho disfrazarse de esas cosas ( ... ) Y con respecto a la participación directa del Pueblo (...) pues rescatar todo eso me parece a mí que es una gran idea y la participación directa es lo que hace muchos años se llamaba «happening», el suceso en marcha ¿no?

L.T. : Dinos algo de Hita. ¿Qué te sugiere?

M.L. : Pues yo, claro, a Hita la tengo en frente (...) Pues toda esa configuración de Hita, sobre todo vista desde aquí, desde una pequeña altura, pues sugiere eso que se ha dicho por ahí, que es algo como bíblico. Recuerda una cosa (...) , un grabado antiguo, cosas así ¿no? Y luego esa pirámide truncada a la izquierda que está Alarilla y luego al fondo el Ocejón, pues todo esto en mis periodos de meditación o de contemplación, pues lo tengo ahí en frente ¿no? (...) Estuve en la última reunión poética y hay un asunto que es una de mis grandes penas ¿no? Haber descubierto, pero ya tarde, que uno de los tipos que yo quería de verdad, era un periodista alemán, Volkvart, tuvo allí una casa. No sé como la llamáis ¿bodega puede ser? (...) Quería mucho a España (...) ¿Cómo es posible que estando yo aquí? Fíjate que lo tenía yo en frente, pero claro (...) De todos modos la presencia de Hita, pues mis recados de compra muchas veces los hago ahí, pues hay un Sr. con la suficiente inteligencia para abrir los domingos para vender carne y esas cosas. O sea, que tiene Hita para mí varios valores. Uno de ellos, el poético y la reunión del otro día, ese grupo de poetas y donde estaba Jorge Justo Padrón tiene ese valor, pues que le habéis sabido dar de las fiestas y la transposición cultural o la metaforización cultural de lo que ha sido el pasado de Hita. Yo creo que eso lo habéis hecho muy bien.


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