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Ustedes dirán |
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A menudo, el ser humano (animal racional) no logra
compatibilizar en armonía el uso de razón con el por qué de
sus actuaciones. Decir esto, ya parece una perogrullada.
Aún corretean por mi mente recuerdos de la campaña llevada a
cabo por instituciones como Proyecto Hombre, secundada por los
medios de comunicación que la dotaron de una gran repercusión, donde grandes sumas de donativos llovían denotando
carisma, comprensión y solidaridad .Personas de buena fe,
empresas que se anunciaban aprovechando su granito de arena y
artistas que hacían acto de presencia para mostrar su ternura y
su humanidad a través de la caja tonta.
Así cerramos el 93, de manera bondadosa y con buen sabor de
boca, como para recibir el nuevo año con las conciencias
tranquilas.
Pero cinismo e hipocresía son fiel reflejo de una sociedad que
aparentemente reconoce la visión de drogodependiente igual a
enfermo y se compromete verbalmente a cosechar solidaridad cuando
la otra cara de la moneda nos muestra una sociedad frívola capaz
de incendiar cruelmente un local destinado a la medicación de
toxicómanos o negar de por sí la imposición de un centro de
desintoxicación en ámbito rural sin que hayan existido
síntomas de apoyo popular por evitarlo.
Es comprensible el miedo a la presencia de droga o actos
delictivos que supuestamente puede acarrear este problema, pero
precisamente por eso es un problema de todos. Dejemos de lado el
amor al prójimo y pensemos que a nosotros también nos afecta.
Pensemos por el lado humano, que estas personas necesitan un lugar
donde hacer frente a su enfermedad.
Así que ustedes verán, ya saben que de no adoptar la
convivencia siempre nos queda otra alternativa, podemos
encerrarlos en alguna ciudad prisión o matarlos a tiros como si
de animales se tratara. Pero esto, no seria ético ¿verdad?.
Y dejemos de ser ilusos, pensemos que nadie esta exento
(especialmente los círculos jóvenes) de las garras de esta
terrible enfermedad, de esta bestia que nos da tanto miedo; que
huimos de ella dejándola el paso libre, quizás mañana...Dios
no quiera.
Víctor Gil
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