| |
Gallo 89 |
|
Todo surgió como surgen las grandes manifestaciones. De una
manera desinteresada, sin racionalizarlo concienzudamente, todo surgió de una
simple proposición.
Una proposición que dio pie a la revivencia un tanto heterodoxa de una
tradición que había empezado a declinar el año anterior. Y digo un tanto
heterodoxa por la ruptura, esta vez, con los cánones tradicionales, pues si
bien tradicionalmente la comida era el foco de menor atracción de todo el
protocolo, este año las proteínas y vitaminas adquirieron un mayor
protagonismo, quedando un tanto desangeladas las otras partes concurrentes como
baile de disfraces y el correcalles "gallil", tal vez desalmados una
vez más por el infortunio climatológico.
pero luchando contra los elementos los más "peques" no perdieron la oportunidad
y cumplieron su cometido disfrutando con su gallo hasta caer rendidos.
La nota negativa quedaría marcada por el sobredicho baile de disfraces al que
acudieron contadas personas y acabó frustrándose.
Al día siguiente, se asomó un domingo espléndido que arrastró consigo a un
sol radiante que templó los ánimos.
De madrugada son llevadas hasta la plaza multitud de maderas que constituirían
un fabuloso combustible para cocinar la paellada de enormes dimensiones que
posteriormente se serviría en la plaza pública y al aire libre, a todos los
comensales.
Nuestro fabuloso cocinero, Jesús Ayuso, cuchillo en ristre se disponía a
agasajar el fabuloso menú, y así lo consiguió, ¡y de qué manera!
En esto las campanadas de la iglesia tañían para anunciar la festividad de San
Blas, patrón de los quintos, y su consiguiente procesión, después, al
finalizar la subasta, se colocaron en la plaza diferentes mesas que sirvieron
para acomodar a unos pocos, el resto se acomodó donde pudo y así, un cucharada
tras de otra hasta dar fin con la enorme paella.
La comilona puso punto y final a la rememoración del gallo, que si bien tuvo
unos comienzos desalentadores acabó congregando más de un centenar de presonas
que supieron pasar un rato agradable.
Lo difícil ya está hecho, se consiguió dar el primer empujón, ahora todo es
cuestión de saber mantener el motor en marcha, y así seguir año tras año
celebrando nuestra fiesta del gallo.
José Ignacio Blas
|