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nº 14 Agosto 1994
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nº 14 Agosto 1994

Atacando

En agosto del 85 el editorial de «La Troje» decía: “[«La Troje»] No tendrá más censura que el respeto a las personas y a las instituciones y ni siquiera la calidad literaria tendrá prioridad en su publicación.../... «La Troje», que en ningún momento tendrá carácter lucrativo, será lo que vosotros queráis que sea. Entendemos que nunca debe ser motivo de problemas, y que si algún artículo pudiera molestar a alguien, no es precisamente su intención. Si se hace alguna crítica será siempre con ánimo constructivo y nunca disgregatorio.”
Uno, que ha estado mucho tiempo en el equipo de redacción, ha tenido siempre en mente estas palabras. En esta ocasión, y sin perderlas de vista, será distinto porque por primera vez escribo en primera persona, y precisamente para atacar a alguien.
Voy a atacar a esa persona que no ve más allá de sus ojos, que habla muchas veces sin saber nada del tema que está tratando y, por supuesto, sentando cátedra. Esa persona que piensa que no hay opiniones sino verdades y mentiras, y que lógicamente la verdad es la suya. Porque esa persona en realidad es egoísta, solo piensa en si, sin darse cuenta de que está rodeada de una sociedad, de unos amigos, de unos vecinos, de una comunidad.
Esa persona se arrepiente a veces de sus actos, de sus palabras o de su comportamiento; pero no tiene el valor suficiente para rectificar, es demasiado tozuda. En fin, a veces da marcha atrás, pero cuando las cosas tienen poca solución; porque actúa sin pensar dos veces, y sin tener en cuenta las consecuencias.
La persona a quien me dirijo arregla todo de boquilla. A menudo confunde la palabra orgullo con la palabra personalidad. Es idealista pero nada practica, y no se si tiene verdaderos amigos, porque con su egoísmo son muy difíciles de mantener.
Muchos se estarán preguntando quién es esa persona y muchos se habrán dado por aludidos. En realidad esa persona eres tu (puede que me haya pasado en algún punto), o no es nadie (y si alguien se pica es que ajos come), o soy yo.
Como en tantas veces en la historia de «La Troje» habrá quien se molestará, porque como alguien decía: “El que no tiene opinión propia siempre contradice la que tienen los demás”

José Luis Yáñez


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