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Atacando |
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En agosto del 85 el editorial de «La Troje» decía: [«La
Troje»] No tendrá más censura que el respeto a las personas y
a las instituciones y ni siquiera la calidad literaria tendrá
prioridad en su publicación.../... «La Troje», que en ningún
momento tendrá carácter lucrativo, será lo que vosotros
queráis que sea. Entendemos que nunca debe ser motivo de
problemas, y que si algún artículo pudiera molestar a alguien,
no es precisamente su intención. Si se hace alguna crítica
será siempre con ánimo constructivo y nunca
disgregatorio.
Uno, que ha estado mucho tiempo en el equipo de redacción, ha
tenido siempre en mente estas palabras. En esta ocasión, y sin
perderlas de vista, será distinto porque por primera vez escribo
en primera persona, y precisamente para atacar a alguien.
Voy a atacar a esa persona que no ve más allá de sus ojos, que
habla muchas veces sin saber nada del tema que está tratando y,
por supuesto, sentando cátedra. Esa persona que piensa que no hay
opiniones sino verdades y mentiras, y que lógicamente la verdad
es la suya. Porque esa persona en realidad es egoísta, solo
piensa en si, sin darse cuenta de que está rodeada de una
sociedad, de unos amigos, de unos vecinos, de una comunidad.
Esa persona se arrepiente a veces de sus actos, de sus palabras o
de su comportamiento; pero no tiene el valor suficiente para
rectificar, es demasiado tozuda. En fin, a veces da marcha
atrás, pero cuando las cosas tienen poca solución; porque
actúa sin pensar dos veces, y sin tener en cuenta las
consecuencias.
La persona a quien me dirijo arregla todo de boquilla. A menudo
confunde la palabra orgullo con la palabra personalidad. Es
idealista pero nada practica, y no se si tiene verdaderos amigos,
porque con su egoísmo son muy difíciles de mantener.
Muchos se estarán preguntando quién es esa persona y muchos se
habrán dado por aludidos. En realidad esa persona eres tu (puede
que me haya pasado en algún punto), o no es nadie (y si alguien
se pica es que ajos come), o soy yo.
Como en tantas veces en la historia de «La Troje» habrá quien
se molestará, porque como alguien decía: El que no tiene
opinión propia siempre contradice la que tienen los demás
José Luis Yáñez
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