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nº 9 Agosto 1990
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Ecos de sociedad local
«BUSCA VIDAS»

Y sin embargo estudiaba artimañas de burócrata y cortaba sus pantalones por encima de los tobillos, incluso en alguna ocasión ciñó su corbata al cuello. Pero eso son meras apariencias, dicen que hay que guardar las formas, acarrear con los "ismos", ya sabes, por aquello del rechazo social, -cuanto hay que aguantar señor-.
Pero en el fondo de su "psiquis" era todo un busca vidas, eso es, un busca vidas de órdago: desaforado bohemio, hipócrita reventón, burlón demagogo y ante todo y por encima de todo romántico apocalíptico; que tan pronto te consume la existencia con un poema de desenfrenado lirismo como te explica con convicción el sistema del circuito de frenado de un automóvil. Y tú dime lo que tiene de romántico el dichoso circuito del maldito automóvil, ¡eh! ... aunque si me pones contra la espada y la pared... todo depende de los ojos con que se mire y desde el ángulo que se preste, porque no es lo mismo tomar una aptitud objetivista que subjetivista, teniendo en cuenta que...
¡Ves, ves! ¡como me enrollo!
Que no hay que darle rienda suelta a la húmeda, que después con el desenfreno vomitas cosas impertinentes. Pero lo que yo digo: un tío tan inestable, tan por qué no polifacético, que unas veces dormita en el olvido y otras corre raudo en el recuerdo -toma frasecita poética-, ¿cómo viciado en esto puede dejar alguna vez la balanza equilibrada?, y así pasa que cuando busca el equilibrio, ¡zas! ¡chsss!, silencio sacro, intenta no olvidar demasiado, pero tampoco recordar en exceso, el resultado "atascón neurológico".
Pero al lado de este buscavidas sobresale el tío de vida buscada, el antagónico perfecto, del que la mayoría piensa es un tío equilibrado, equilibrado porque cubre su osamenta con hábito almidonado, que ¡Dios sabe si hará al monje!, porque engomina su cabello dándole aire de acabado perfecto, porque cuelga de su brazo derecho un maletín de piel lleno de las mayores vanidades y porque bajo su brazo izquierdo antes de nacer tal vez le encasquetaron un pan, y lo que es más primordial y convincente, la tan defendida por mi santo padre oratoria y retórica de la que
hace uso.
Eso es un hombre dicen los ancianos, dicen los enriquecidos caciquillos, las féminas desangeladas y el secretario que es hombre de gaya ciencia, eso es un hombre se levanta a las seis de la mañana y hay noches que ni se acuesta y todos, todos los días al levantarse rasura su barbudo rostro, se perfuma con exquisita esencia, desayuna y al final limpia sus morros con la puntita de la servilleta, jamás masca chicle y nunca, nunca olvida colocarse
el cinturón de seguridad de su lujoso Mercedes, además si lo hace un "pitito" se encargará de recordárselo, en el trabajo mayestático, es un ser que vive en el tiempo y con el tiempo, al día, siempre con el reloj en su mente licuada, y el pobre no se da cuenta que el mismo tiempo le acabará reventando.
Y después de tan encandilada verborrea ¿qué sacan ustedes, lectores, de provecho? a lo mejor nada ,que será lo más probable. Pero una largada es una largada y lo dicho donde esté un hombre equilibrado... y que ya lo dicen los entendidos, ¡estabilidad, estabilidad!

José Ignacio Blas.


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