Frecuentemente se realizan reuniones de poetas a nivel regional e internacional: el
objeto que persiguen los mismos, varía muy poco, pero da lugar a la confraternidad entre
esos misioneros de la palabra y la emoción.
Si el encuentro de poetas se realiza en un gran hotel o en una sede académica de una
capital europea, oriental o americana, adquiere importancia mundial, ya que, asisten a él
poetas de renombre bien alcanzado. Estos poetas pueden estar presentes si son respaldados
por la Comisión del Congreso o por el gobierno de sus respectivos países quienes
solventan los gastos de viaje y estadía. Muchos poetas de mérito no pueden asistir por
no contar con medios económicos para los gastos. Durante tres o mas días tienen lugar
conferencias y lecturas, ponencias interesantes y debates que son recogidos en actas, pero
el pueblo no tiene acceso al Congreso mismo, algunas veces, quizá, a una lectura. Los
congresistas tienen oportunidad de conocerse entre sí, hablar de sus respectivas obras.
La vanidad no está ausente, lamentablemente. El pedestal en que los críticos colocan al
poeta, el endiosamiento mutuo, hace que los poetas afamados se conserven en su torre sin
descender a hablar con poetas jóvenes. No se dignan siquiera a escuchar sus lecturas.
¿Qué valor tienen, en verdad, esos Congresos? Quizá un valor académico contenido en
algunas ponencias interesantes pero, sin duda alguna, ningún valor para el pueblo que los
cobija.
Después de haber asistido a muchos de esos Congresos a todo nivel, y apoyada por otros
poetas, decidí, junto con Julie Sopetrán, a convocar un encuentro de poetas en Hita,
cuna de la poesía castellana. Este encuentro es el de poetas y pueblo. El éxito ha sido
humano. Se han escuchado, han compartido emoción y sabiduría. Los poetas han oído a los
jóvenes, a los niños, encaminados hacia el mágico mundo. El pueblo, otra vez, ha
escuchado al límpido juglar de la voz clara. Los grandes nombres no han acudido todavía,
el encuentro no añadiría aún, más prestigio a su carrera. Prestigio y éxito es solo
una pequeña parte de la labor universal del poeta, quien no debe poner nunca un valor
económico a su presencia. El pueblo solo puede pagar la palabra con su silencio
emocionado, con su sentir profundo. Y esto ha sucedido en Hita.
Beatriz Lagos
Participantes en el II Encuentro