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¿Sociedad Política o Teatro Cómico? |
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En la sociedad en que vivimos, uno se encuentra acostumbrado al trasiego de
los políticos. Es parte de las reglas del juego de la democracia y del Estado
plural y de derecho; quizás éste no sea el juego más óptimo para desarrollar
y organizar la vida de un país o comunidad, pero vistas las experiencias que
nos ha dado la Historia, sin duda que éste es el menos malo.
Cuando se convocan unas elecciones, y se abre el periodo electoral el sistema
democrático alcanza su máxima expresión; pero, ¿quien no ha oído aquella
muletilla del político
de turno o ha leído el recurrente titular periodístico -poco original, por
cierto- que apostilla tras la celebración de unos comicios: "Quien ha
ganado hoy es la Democracia"? ¡Qué coño!; habrá ganado uno u otro
partido; el hecho de expresar que la democracia gana es absurdo cuando se trata
de un aspecto consustancial e inmanente a la actividad electoral.
Lo expuesto anteriormente debe tomarse como ejemplo ilustrativo de las frases
y giros lingüísticos tan abstractos que desvelan el fondo de la cuestión: el mundo de la política se
está convirtiendo, lamentablemente, en un mundo irreal e ilusorio, como si
de una representación escénica se tratase, pleno de vaguedades que hacen
difícil la credibilidad de la acción política por parte de los detentadores
reales del poder: el pueblo, el electorado. Un mundo en el que casi nadie
aparenta quien en realidad es y en el que una misma realidad puede tener cientos
de miles de interpretaciones según los intereses y finalidades de quien la
esté observando. Lo que hoy puede ser blanco, mañana será negro si, gracias a
eso, obtengo tus dieciséis escaños,.. O, ¡espera! Mejor que negro lo vamos a dejar en gris, así el
cambio parece menos brusco. Acciones como éstas, aunque no nos lo parezca, se
encuentran a la orden del día.
El político debe de ingeniárselas de tal manera para
no perder su puesto de trabajo, así de sencillo. ¿Y por qué lo que hoy está
muy bien cuando yo esté en la oposición estará muy mal? ¿Por qué pasamos
de la noche a la mañana del "caos inminente", de la "apocalipsis
absoluta", al "España va bien"? La magia creo sólo haberla visto con los
"Teletubbies". 0, ¿por qué
resulta tan difícil reconocer una buena acción de Gobierno, sea éste el que
sea, cuando se está en la oposición? No está mal una cierta mano dura y una
buena dosis de crítica, siempre constructiva, pero si todo lo hacen mal, apaga
y vámonos.
Por si no fuera poco, todo esto adquiere tintes dantescos
cuando los señores diputados, elegidos por el pueblo, no acuden a las sesiones
parlamentarias -¿qué pasaría a un ciudadano cualquiera si no asiste al
trabajo sin causa justificada?-, o se dedican a practicar la política del "y tú más" cual
inocente regañina de patio de colegio. Unos y otros interpretan sus papeles a la perfección; unos son los
buenos, y otros los malos; unos los corruptos y otros los libres de pecado;
unos los "marranos" y otros los "fili de puta"... ¡Pero esto
que es! ¡Qué comedia es ésta! ¿Ésta es la política del futuro? Ante
esto, sólo nos cabe citar a Cela: ¡Qué Dios nos coja confesados!.
Álvaro Rojo Blas
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