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nº 17 Dic. 1999
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nº 17 Diciembre 1999

¿Sociedad Política o Teatro Cómico?

En la sociedad en que vivimos, uno se encuentra acostumbrado al trasiego de los políticos. Es parte de las reglas del juego de la democracia y del Estado plural y de derecho; quizás éste no sea el juego más óptimo para desarrollar y organizar la vida de un país o comunidad, pero vistas las experiencias que nos ha dado la Historia, sin duda que éste es el menos malo.
Cuando se convocan unas elecciones, y se abre el periodo electoral el sistema democrático alcanza su máxima expresión; pero, ¿quien no ha oído aquella muletilla del político
de turno o ha leído el recurrente titular periodístico -poco original, por cierto- que apostilla tras la celebración de unos comicios: "Quien ha ganado hoy es la Democracia"? ¡Qué coño!; habrá ganado uno u otro partido; el hecho de expresar que la democracia gana es absurdo cuando se trata de un aspecto consustancial e inmanente a la actividad electoral.
Lo expuesto anteriormente debe tomarse como ejemplo ilustrativo de las frases y giros lingüísticos tan abstractos que desvelan el fondo de la cuestión: el mundo de la política se
está convirtiendo, lamentablemente, en un mundo irreal e ilusorio, como si de una representación escénica se tratase, pleno de vaguedades que hacen difícil la credibilidad de la acción política por parte de los detentadores reales del poder: el pueblo, el electorado. Un mundo en el que casi nadie aparenta quien en realidad es y en el que una misma realidad puede tener cientos de miles de interpretaciones según los intereses y finalidades de quien la esté observando. Lo que hoy puede ser blanco, mañana será negro si, gracias a eso, obtengo tus dieciséis escaños,.. O, ¡espera! Mejor que negro lo vamos a dejar en gris, así el cambio parece menos brusco. Acciones como éstas, aunque no nos lo parezca, se encuentran a la orden del día. El político debe de ingeniárselas de tal manera para no perder su puesto de trabajo, así de sencillo. ¿Y por qué lo que hoy está muy bien cuando yo esté en la oposición estará muy mal? ¿Por qué pasamos de la noche a la mañana del "caos inminente", de la "apocalipsis absoluta", al "España va bien"? La magia creo sólo haberla visto con los "Teletubbies". 0, ¿por qué resulta tan difícil reconocer una buena acción de Gobierno, sea éste el que sea, cuando se está en la oposición? No está mal una cierta mano dura y una buena dosis de crítica, siempre constructiva, pero si todo lo hacen mal, apaga y vámonos. Por si no fuera poco, todo esto adquiere tintes dantescos cuando los señores diputados, elegidos por el pueblo, no acuden a las sesiones parlamentarias -¿qué pasaría a un ciudadano cualquiera si no asiste al trabajo sin causa justificada?-, o se dedican a practicar la política del "y tú más" cual inocente regañina de patio de colegio. Unos y otros interpretan sus papeles a la perfección; unos son los buenos, y otros los malos; unos los corruptos y otros los libres de pecado; unos los "marranos" y otros los "fili de puta"... ¡Pero esto que es! ¡Qué comedia es ésta! ¿Ésta es la política del futuro? Ante esto, sólo nos cabe citar a Cela: ¡Qué Dios nos coja confesados!.

Álvaro Rojo Blas


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