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Editorial: |
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¿No ha de haber un
espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Núñez de Arce. |
"La Troje" superó una década. Cada uno de los que
hemos formado parte del equipo de redacción o colaborado en ese
difícil intento de comunicarnos, de plasmar nuestra
imaginación, nuestro decir o contar en negro sobre blanco, que
siempre es algo más que la simple palabra oral, hemos sentido
ese temor, ese condicionamiento, esas interrogaciones tan
apropiadas del poeta. Porque hablar, debatir y mucho más
difícil escribir en un entorno donde todos nos conocemos, donde
tan cercano nos resulta todo, donde tan fácil parece pasar de la
amistad al odio o viceversa, donde nada pasa desapercibido puede
condicionar y doblegar las voluntades para manifestarse
libremente, aún poniendo en ello el más exquisito de los celos.
Pero también hemos de decir que, frente a un determinado
periodismo en prensa, radio o televisión puesto de moda por
algunos comunicadores, donde se va más allá de la opinión y la
información, a veces confundiendo ambas con intención y que ya
sin caretas ejerce su poder, practicando ese periodismo que se ha
dado en llamar de "tierra quemada", frente a esto,
decíamos, está o deberá estar "La Troje". Pues los
que en ella colaboramos, sin ser profesionales ni titulados,
sabemos distinguir entre el noble arte de la palabra escrita y el
manejo de la misma para fines a veces inconfesables. Nuestro
Pueblo, sabio por viejo, tan maduro en tantas cosas, entenderá
que todo puede ser debatido, criticado o denunciado, si todo ello
se hace partiendo de una ética que todo medio de comunicación
no debería dejar de practicar. En definitiva, la próxima
andadura de "La Troje" deberá tener claro que no todo
vale, pero tampoco deberá caminar en términos que recuerdan una
estrofa de otro poeta: Vino, venció. Fue vencido en lo que
quiso vencer. Escribió y en el tintero dejó lo que quiso hacer
por hacer lo que quisieron. Y se fue. González Ruano.
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